jueves, 18 de octubre de 2012

Molestando a D. Miguel

Solo por incitar a la discusión. Esta vez no caeremos en aclaraciones sobre cómo participar. Haga el lector lo que le de la real...

Molestaremos la memoria de D. Miguel de Unamuno, proponiendo algunas reflexiones poco meditadas a las ocurrencias iniciales de su celebrado "Del sentimiento trágico de la vida". A ver si alguien se pica, o prosigue con el resto de los capítulos propuestos:

Nos proponen los tres capítulos iniciales sobre los que discutir: 

EL HOMBRE DE CARNE Y HUESO 
EL PUNTO DE PARTIDA 
EL HAMBRE DE INMORTALIDAD 

Aunque puede repararse en otros, reparamos en estos fragmentos del primer capítulo: 


"Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar. Acaso llore o ría por dentro, pero por dentro acaso también el cangrejo resuelva ecuaciones de segundo grado." 

Literatura. Las más de las veces la filosofía está en el cómo se dice que en lo que se dice, y en eso Don Miguel es el maestro. No explica a qué llama razonar en el gato. Quizá el que razona es él cuando ve actuar al gato y le parece razonable su actuación. Que sea razonable no significa que sea razonada. Puedo realizar una acción instintiva y ser razonable dicha acción, razonable sí (pero por otro) lo que no fue producto de la razón ni de razonamiento alguno. Ya no tengo tan claro que sea más correcto distinguir al animal del hombre por el sentimiento que por la razón. 


"Quien lea con atención y sin anteojeras la Crítica de la razón práctica, verá que, en rigor, se deduce en ella la existencia de Dios de la inmortalidad del alma, y no esta de aquella. El imperativo categórico nos lleva a un postulado moral que exige a su vez, en el orden teológico, o más bien escatológico, la inmortalidad del alma, y para sustentar esta inmortalidad aparece Dios. Todo lo demás es escamoteo de profesional de la filosofía." 

Quizás la última frase sin desmerecer lo demás es lo que mas me gusta de D. Miguel. Pero lo interesante es que precise lo teológico con lo escatológico. Según Wikipedia “por escatología se puede entender uno de estos tres conceptos: 
  • Escatología (fisiología) como la parte de la fisiología que se refiere al estudio de los excrementos (del griego skatós, ‘excremento’). 
  • Escatología (religión) como las creencias religiosas referentes a la vida después de la muerte y acerca del final del hombre y del universo (del griego ésjatos, ‘último’). 
  • Escatología (movimiento religioso) como la secta creada por William W. Walter.” 
Es maravilloso el castellano que transliteró dos fonemas distintos (la cappa y la ji griegas) con la misma letra c, dando lugar a una homonimia, aquí, muy inadecuada. No sigo que es peligroso. 


“Es decir, que tú, yo y Spinoza queremos no morirnos nunca y que este nuestro anhelo de nunca morirnos es nuestra esencia actual. Y, sin embargo, este pobre judío portugués, desterrado en las tinieblas holandesas, no pudo llegar a creer nunca en su propia inmortalidad personal, y toda su filosofía no fue sino una consolación que fraguó para esta su falta de fe. Como a otros les duele una mano o un pie o el corazón o la cabeza, a Spinoza le dolía Dios”. 

Tengo tentaciones de decir que a mi también. Y ¿a quién no alguna vez? Pero lo curioso es que se identifique la esencia ¿actual?, con el anhelo de inmortalidad. En una esencia anterior a la actual, ¿no se tenía tal deseo? Con esencia actual ¿se refiere a esencia perfecta? ¿En acto? ¿Es decir, Dios? Si tuviera delante a Don Miguel, le diría lo que Luis Mario me decía de vez en cuando, “eso me lo vas a tener que escribir porque no lo entiendo”. Lo malo es que aquí ya está escrito y D. Miguel está muerto. 


"La hormiga, si se diese cuenta de esto, y fuera persona, consciente de sí misma contestaría que para la hormiga, y contestaría bien. El mundo se hace para la conciencia, para cada conciencia." 

No hay uno sin lo otro. Podría decirse al contrario también. La conciencia se hace para el mundo. La conciencia solo de si, que yo recuerde era Dios: "un océano de sustancia eternamente presente a si". El Aquinate. O el entendimiento subsistente aristotélico. Un ser que se definiera por ser consciente de sí es un ser divino en el que se identifica el ser con el tener (ser conciencia y/o tener conciencia, de si). Esta claro que malinterpreto. Pero, ¿por qué repetidamente me da la impresión que cuando habla del hombre habla de Dios? Estamos de acuerdo, de todas formas, en que mundo solo es propiamente ante una conciencia, que busca, encuentra, o decide su lugar en él, el resto solo es entorno o medio ambiente. Lo que no tengo tan claro es que para tener mundo deba tenerse conciencia de sí. Mi problema es que no se que es tener conciencia de si, en estricto sentido, más allá de fingirme como objeto. Quizá tomar conciencia de sí solo sea fingirse. ¡Uy! Cuidado que se me escapa Hume.
©Óscar Fernández

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